sábado, abril 14, 2012

Viento de poniente

Cuando los ángeles dejen de llamar con luces vacías,
Y haya un descanso en cada cuerpo abandonado,
vendrá a nuestros ojos la noche desnuda
para dejar flores sobre el felpudo de goma,
para secar ríos de palabras gritadas,
para traer sólo cosechas de fantasmas;
será entonces la hora de los sabores y la espuma,
del sueño repetidamente distinto cada vez,
y cada vez conocido y nuevo.
Habrá en cada árbol un manto dorado y tierno,
telarañas de humo en los caminos de siempre
y una gota de sonrisa en los pájaros que lloran.
Hasta entonces, tendremos que mirar olas amargas
que caerán sin remedio en la arena blanca;
hasta entonces, seguiré aquí mañana,
viento de poniente,
para darle la enhorabuena al sol
por otro día preñado de batallas.

domingo, marzo 25, 2012

10 estrategias de Manipulación Mediática, por Noam Chomsky

El lingüista Noam Chomsky elaboró esta lista de las "10 estrategias de manipulación a través de los medios".


Yo me he limitado a reproducir aquí el texto, corrigiendo un par de faltas gramaticales y añadiendo algún pequeño comentario en cursiva. Pocos comentarios, puesto que el texto en sí ya viene bastante bien argumentado y ejemplificado. A continuación, la lista:

1. La estrategia de la distracción: El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción, que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la téctica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. "Mantener la Atención del púbilco distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a la granja como los otros animales" (cita del texto "Armas silenciosas para guerras tranquilas"). ¿Viste la carrera de Alonso?

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones. Este método también es llamado "problema-reacción-solución". Se crea un problema, una "situación" prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo, dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos. ¿Cuántas líneas se han escrito, y minutos de imágenes se han grabado sobre los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes en Valencia, y cuánto hemos sabido del problema real que había detrás?

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. La estrategia de diferir. Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como "dolorosa y necesaria", obteniendo la aceptación pública, en ese momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que "todo irá mejor mañana" y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da mas tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad. La mayoría de la publicidad dirigida al grán público untiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectadur fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? "Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos edad" (ver "Armas silenciosas para guerras tranquilas").

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional, y finalmente en el sentido crítico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. "La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores." (ver "Armas silenciosas para guerras tranquilas").

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover la público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar en inculto... ¿m'entiendes?

9. Reforzar la autoculpabilidad. Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se auto-desvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución.
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen. En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el "sistema" ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Ésta es la lista, en definitiva. La próxima vez que oigas a alguien hablando sobre un púlpito, ten estas diez cosas en cuenta; puede que te lleves una sorpresa y que empieces a ver y oír las cosas de otra manera...

domingo, marzo 18, 2012

Prepara tu salto último...

No tenían bastante con hacer una reforma laboral que agrava aún más nuestra situación. ¿Alguien cree de verdad que una reforma que abarata y agiliza el despido puede contribuir de alguna manera a disminuir el paro? No tenían bastante con ser incapaces de ponerse de acuerdo para arrimar el hombro y tratar de hacer salir adelante a una Asturias cada vez más herida. Por lo visto, por poco que tengamos siempre se nos puede exprimir un poco más, un poco más, un poco más.

Mariano Rajoy, siempre tan sensible a los problemas que acontecen fuera de Madrid y aún de las ciudades principales (recordemos cómo se jactaba en el debate televisado frente a A.P.Rubalcaba de haber comenzado su carrera trabajando en pequeñas aldeas de Galicia), también está alerta frente a las penurias que aquejan a nuestra patria chica, por ello nos brinda estas palabras: Asturias quedará aislada si el PP no gana las elecciones autonómicas

No bastaba con sangrarnos, no: ahora además, nos amenazan. Y se dicen demócratas. Podría hacer aquí una lista de regímenes autoritarios que se consolidaron después de que ciertos partidos se consolidaran en el poder, pero, ¿para qué? Rubalcaba mencionó que Asturias no era algo a tener en cuenta, con tan solo un millón de habitantes.

Sólo queda pensar que, si nos dan la espalda, nos las tendremos que arreglar solos. Como siempre hemos hecho.

Prepara tu salto último,
líbida muerte cobarde, 
prepara tu último salto,
que Asturias está aguardándote,
sola en mitad de la tierra,
hija de mi misma madre.

lunes, marzo 12, 2012

Daño, dolor y castigo

Se ha hablado mucho sobre la pena de muerte; que sí, que no... ¿Qué puedo decir yo al respecto? No soy un penalista ni un criminólogo, por lo que no puedo hablar con pleno conocimiento ni preparación sobre ello. Tampoco soy un filósofo o un pensador: he estudiado filología pero tampoco soy filólogo porque abandoné la carrera. Entonces, y repitiendo la pregunta, ¿qué puedo decir yo sobre la pena de muerte? ¿Acaso puedo ofrecer una nueva perspectiva, una línea de pensamiento distinta que esclarezca un poco dónde está o podría estar la razón?

Como he dicho antes, no soy un experto. Lo más cerca que he estado del estudio del derecho ha sido porque he estado preparando oposiciones para el cuerpo de ayudantes de instituciones penitenciarias, lo cual en sí no se puede considerar estudio del derecho. No he leído a autores como Howard, Beccaria o Rawls; sólo tengo un conocimiento somero de nuestra legislación penal actual. No obstante, el pensar en trabajar en una prisión en el futuro me ha hecho reflexionar acerca de conceptos como la reinserción social, la prevención delictiva y la efectividad de las penas.

Dice la teoría que las penas contribuyen a la prevención del delito de dos maneras: una es la prevención general, que consiste en que la sociedad, al conocer que tales conductas conllevan tales castigos, tratará de evitar caer en el delito; la segunda es la prevención especial, que se da cuando el delincuente es penado y apartado de la sociedad, evitando así que esa persona concreta cometa nuevos crímenes. Bien, hasta aquí no encontramos problemas, ¿verdad? Todo suena lógico y perfecto. Pero entonces, ¿por qué las cárceles están llenas? ¿Por qué, a pesar de existir penas que castigan los delitos, éstos se siguen cometiendo?

Dándonos cuenta de esto, debemos suponer entonces que, al menos, la prevención general no funciona para todas las personas. Sería un esfuerzo vano tratar de explicar por qué con todo el acierto, de manera que yo, inexperto y lego, no puedo más que aventurar una hipótesis, tal vez un tanto manida y vaga: no somos todos iguales.

Esto es algo tan cotidiano que no debería necesitar una justificación... y sin embargo, la daré: sabemos que no existen dos personas iguales. Unos son de un equipo, otros de otro; a unos les atrae un tipo de música, a otros la mera mención de ella les asquea; la simple visión del rostro del presidente del gobierno sirve para diferenciar a primera vista a sus partidarios de sus detractores. No hay dos individuos que tengan exactamente la misma inteligencia, las mismas habilidades, los mismos gustos.

Vayamos un poco más allá: dando por sentado el hecho de que cada individuo es único y a la vez completamente diferente de cualquier otro (diferente aunque dentro de las similitudes inevitables de los miembros de una misma especie, claro está), no nos será extraño asumir que un mismo estímulo provoca diferentes reacciones en dos individuos distintos. Las razones de esto pueden ser de muy diversa índole: desde físicas y fisiológicas, a psicológicas o neurológicas, pasando por culturales, religiosas, generacionales...

Una vez asumido esto, supongamos que concebimos el entorno en que una persona se desarrolla como un conjunto de variables, donde confluyen las experiencias, la familia, la cultura, la religión, y también aspectos menos llamativos y obvios como pueden ser el vecindario, la historia mundial y nacional, el régimen político y la legislación vigente: todo ello, y más que no menciono por no convertir estas líneas en un mero inventario, conforman lo que llamamos entorno. Cada una de estas variables del entorno no es sino un estímulo continuo que deja un sedimento en el fondo de la mente de cada individuo que se desarrolla en dicho entorno, y mediante las cuales se va forjando la personalidad.

Claro que el entorno no lo es todo: dos individuos no desarrollan la misma personalidad solo por criarse en entornos idénticos, y es que en el desarrollo de la persona también inciden aspectos del propio individuo, como sus capacidades y aptitudes, talentos, inclinaciones, así como los genes y la salud física y mental. Como no hay dos individuos iguales, tampoco hay dos individuos que se desarrollen de la misma manera, puesto que se desarrollan en el entorno de diferente modo.

Bien, ahora que hemos allanado el terreno, comencemos a construir: sabemos que un factor muy importante en el desarrollo de una persona es la figura de los padres. Un proverbio japonés dice: "los niños aprenden mirando la espalda de sus padres". Hemos visto innumerables veces que los hijos salen a sus padres, y si alguien tiene una determinada conducta, es fácil que sus hijos la adquieran también.

Y aquí viene el salto cognitivo: si el Estado, máxima autoridad, tiene la facultad para ejecutar a los delincuentes (es decir, personas que han causado un daño y para las cuales el Estado no encuentra otra solución más que la muerte), ¿no sería lógico pensar que algunas personas que se hayan criado en ese Estado, que han crecido sabiendo que la solución legítima y última que existe en su país para la gente incorregible y dañina es la muerte, interpreten y crean que es ésa la solución que ellos mismos deben aplicar a quien les causa un daño?

No digo que esto sea cierto, es tan solo una hipótesis. Se me ocurrió que podría ser así cuando oí en un documental que en aquellos estados de Estados Unidos en los que está vigente la pena de muerte son también en los que se cometen mayor número de asesinatos, de lo cual deduje dos cosas: la primera, que la prevención general que mencionaba más arriba no es efectiva y disuasoria, al menos no para todos, y la segunda, que tal vez sea precisamente la existencia de la pena de muerte lo que causa que en esos estados la gente tenga una mayor tendencia a tomarse la justicia por su mano.

Porque, ¿qué es la justicia? Dice el diccionario de la RAE que es "una de las cuatro virtudes cardinales, que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece", y también "derecho, razón, equidad". Cuando alguien comete un crimen está ocasionando un daño por medio de una conducta antisocial. Pero no basta sólo la reparación del daño: la devolución de lo sustraido no repara un atraco, por ejemplo. Esto es debido a que la comisión de un delito genera también en la sociedad una sensación de inseguridad, que es reparada mediante el castigo público al delincuente.

Ahora bien: las normas del Estado de Derecho exigen que estos castigos estén previamente tasados y sean de conocimiento público: por un robo, tanto de cárcel o de multa; por una estafa, tanto, etc.  El problema está en que, cuando una persona se toma la justicia por su mano, cuando pretende restablecer por sí misma una equidad quebrantada, no está valorando únicamente el desperfecto ocasionado, sino también el dolor que ha sufrido. De ahí que la venganza sea desproporcionada, casi siempre.

No soy tan iluso de pensar que la erradicación de la pena de muerte acabe con la comisión de asesinatos: aquí mismo en España no tenemos pena de muerte, y por desgracia aquí también se cometen; pero no me parece del todo descabellado pensar que su número se viera reducido.

El artículo 25.2 de nuestra Constitución, del que emana toda nuestra legislación penitenciaria dice: "Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas a la reeducación y reinserción social, y no podrán consistir en trabajos forzados". Esto por si mismo ya descarta la cadena perpetua, puesto que con ella no habría posibilidad de reinserción. No digo que nuestra legislación sea la mejor, pero el espíritu que encierra me parece el correcto.

¿Qué haría yo? Tal vez sustituir la pena de muerte por cadena perpetua, aplicada solo a casos irremediables de delincuentes imposibles de reinsertar (que los hay, no nos engañemos: psicópatas, sociópatas, etc). Pero como decía al principio, yo no soy un experto ni una autoridad en la materia: sólo soy un joven con algún talento para la redacción y algunas inquietudes. Sin embargo, queden aquí estas líneas, por si alguien con más capacidad pudiera algún día encontrar en ellas algún atisbo de algo mejor para el futuro. Ya que es todo lo que puedo hacer, no voy a privarme de hacerlo. Después de todo, algo tengo que hacer para intentar mejorar el mundo, aunque sea sólo por egoismo: yo también vivo aquí.

jueves, marzo 08, 2012

Jueves

A veces siento el impulso de escribir sobre algo. A veces es un impulso, a veces un empujón y a veces un tirón. Impulso es cuando me viene de dentro; empujón y tirón es cuando me viene de fuera. La diferencia entre estos dos es que el empujón es algo que alguien te da desde atrás para alejarte, y el tirón viene de alguien que te agarra para tenerte más cerca. Podría decirse que esta entrada es por un tirón.

Hoy es jueves, un jueves como otro cualquiera, otro ecuador de la semana como hemos visto pasar cientos y como, esperemos, veremos otros tantos llegar. Nada de particular salvo que ha coincidido caer ocho de marzo, y de nuevo nada de particular en ello, excepto porque se ha dado en llamar al 8 de marzo el Día Mundial de la Mujer, lo que entre otras cosas me recuerda esto http://www.youtube.com/watch?v=XsO49k8MY-4

Y después de Andrés Calamaro, continúo. ¿Qué puedo contar aquí? Poco, o nada. Al igual que para muchos hombres, la esencia misma de la mujer me resulta incomprensible. Si algo sé es que no sé gran cosa, o nada, pero no diré que no sé nada, aunque sea lo cierto, sólo porque emular a Sócrates de esta manera es algo de lo que han abusado tanto los pedantes como los hipócritas.

Como decía, no me siento capaz de hacer aquí una diserción genial sobre el alma femenina, igual que no me siento capaz de hacer una diserción genial sobre ninguna cosa. Pero sí haré una pequeña reflexión, humilde, minúscula, sobre el significado de este ocho de marzo.

Pensaba dejar algunas citas célebres sobre la mujer, pero he visto que la mayoría son de una chabacanería tal que bien podrían haber sido paridas por cualquier charrán apoyado en la barra de una tasca, ante un vaso de vino y con un palillo en la boca, así que lo he descartado por esta razón, y por otra que explico a continuación.

Hoy, los falsos progresistas están de enhorabuena. ¡Oh, el día de la mujer! ¡Gloria y pleitesía a la sacrosanta Igualdad! Las feministas más falofóbicas afilan sus uñas y sus dientes a la espera que algún machista les ataque verbalmente, para responder con una prepontencia comparable a la de aquellos que combaten. Pues, ¿no se ha dicho una y mil veces que combatir algo denodadamente acaba por acercarte más a ello?

Me parece mal que haya un día de la mujer. No porque piense que las mujeres no deban tener su día, sino porque pareciera que solamente un día se les otorgase el derecho a estar orgullosas de lo que son, a caminar con la frente alta y a reclamar su dignidad. La sociedad que las ha vilipendiado a través de la Historia les arroja un hueso, y se supone que hay que aplaudirlo.

A muchos se les olvida (y muchos otros no han comprendido jamás) que las mujeres son seres humanos. Si todos los días es el día del hombre, todos los días debería ser también el día de la mujer. Cada día ocho de marzo, y seis de enero, y catorce de febrero, y veinticinco de diciembre, y doce de octubre, y siete y dieciseis de julio (San Fermín y El Carmen respectivamente), y nueve de septiembre, y seis de diciembre, y uno de noviembre; para que tal día como hoy, las mujeres fueran consideradas por fin como lo que son y no como un perrillo al que se acaricia de vez en cuando para tenerlo contento, y así hoy no significaríamos que es el Día de la Mujer, sino un jueves como otro cualquiera.

martes, febrero 21, 2012

JuBentuZ, diBino tesoro

Me siento hoy tan apático
que voy a hacerme el poético
hilando versos patéticos
con recursos informáticos.

Ganaré el favor del crítico
con mi furia demagógica,
y desafiando toda lógica
me convertiré en un Dios lírico.

O con rimas escatológicas
en el caso de ser fémina,
seré siempre antiestética
y me haré un poco la lésbica.

¡Qué consumo de mutágenos,
qué canciones con colágeno,
qué subida en los estrógenos,
tantos alucinógenos
que te privan del oxígeno
y de todo buen propósito!

¡Qué estratégico, que plástico!
¡Qué poeta matemático!
¡Qué malote y qué simpático!
¡Pero que no cunda el pánico!

Son los caprichos melódicos
de un joven "problemático"
que grita como afónico
con un ego mayestático.

martes, febrero 14, 2012

El amor es la hostia

Creo que tengo la mala costumbre de poner títulos horribles a lo que escribo, o puede que piense que tal vez así llame la atención del lector. Quizá es que crea que divagar sobre el título me dé pie a un párrafo introductorio. De todos modos ya he malgastado varias lineas escribiendo para no decir nada, y como no tengo intención de acabar dedicándome a la política, iré al asunto. Y por si alguien se lo está preguntando, la respuesta es no: este artículo no trata de justificar la violencia conyugal. Por no caer en el improperio, me reservo mi opinión sobre esa gente.

A lo que vamos: me he puesto a pensar sobre el amor, a raíz de la fecha que nos ocupa. Me viene a la mente la coplilla aquella que dice "tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor". Y como siempre acabo enredando las cosas, me he puesto a desmenuzarlo y liarlo todo, llegando a las siguientes conclusiones:

La salud es algo indispensable. Sin salud, la propia vida está resentida. Los problemas más graves que puede tener una persona seguramente sean de salud, pues todo tiene remedio salvo la muerte. El dinero, para bien o para mal, es necesario en nuestra sociedad. Cuando falta el dinero, nos preocupamos y todo se nos hace cuesta arriba. Bien lo sabemos en los tiempos que nos ha tocado vivir.

¿Y el amor? Al amor se le ha puesto en tercer lugar en una lista de tres cosas que hay en la vida. Pareciera que el amor no es tan importante como la salud o el dinero. ¿No lo es? Bueno, tal vez se nos haya pasado una cuarta cosa que hay en la vida; una cuya búsqueda, según sostiene algunos autores, constituye de hecho el auténtico sentido de la vida: la felicidad.

¿La salud da la felicidad? Teniendo un grave problema de salud parece difícil ser feliz, pero tampoco hemos visto a nadie que vaya por ahí celebrando lo sano que está. Sabemos que hay hombres y mujeres que se sienten muy desdichados cuando tienen algunos kilos de más, pero sabemos también que no les duele por su salud, sino por su físico. Respecto a la felicidad, parece que la salud no hace mucho más que ofrecer un pobre consuelo a los que no hemos sido agraciados en el sorteo de la lotería de Navidad. Igual que el 14 de febrero es el día del amor, podría decirse que el 22 de diciembre es el día de la salud.

Lo cual me lleva al siguiente punto: el dinero. Hay mucha controversia sobre si el dinero da o no la felicidad. Lo cierto es que el dinero puede conseguir muchas cosas, por ejemplo aparte de los consabidos objetos materiales, el dinero puede mejorar el estatus social o el prestigio de una persona. Nuestra sociedad mide casi todas las cosas en función de su valor monetario. "Tanto tienes, tanto vales", es un mantra que hemos oído hasta la saciedad, hasta el punto que lo hemos asumido como una verdad irremediable. Si nos ofrecen dinero lo cogemos, y preferimos coger más a coger menos, ¡por supuesto! Conseguir dinero nos alegra, pero ¿llega al punto de hacernos felices? Creo que eso ya son palabras mayores.

¿Y el amor? ¿Da el amor la felicidad? Yo digo sí, y no. Opino que entre la salud, el dinero y el amor, es éste último quien tiene más posibilidades de hacer que una persona sea feliz.

Cuando la salud falla y enfermamos, la cercanía de nuestros seres queridos no nos cura, es cierto, pero nos reconforta. Cuando nos falta el dinero ocurre algo similar: el gesto de un amigo que nos apoya en un momento de necesidad puede llegar a resultar mucho más valioso que el dinero efectivo que éste nos pueda prestar.

Porque el amor es mucho más que lo que encontramos en una relación de pareja: el amor existe entre padres e hijos, entre hermanos, entre los buenos amigos. "En la realidad no existen amistades épicas: se tienen amigos para pasar el rato", dijo Pío Baroja. Y aunque en términos generales estoy de acuerdo, debo hacer la siguiente observación: quien tiene amigos para pasar el rato es porque no sabe tenerlos de otra forma, no sabe tratarlos de otra manera.

¿Por qué no sabemos? No es que no sepamos, pero es harto común que el amor nos produzca vergüenza, sobre todo a los hombres. La sociedad ridiculiza a quien expresa sus sentimientos, y por lo tanto no se nos enseña a querer, nadie aprende a amar. La mayoría se conforma con cariño y sexo, la sociedad se frota las manos en aras de lo práctico y el mundo sigue girando.

El amor es una disciplina muy seria que puede aprenderse. El que quiera hacerlo, tiene que leer mucho sobre ello, no sólo en filosofía; también incluso en las novelas, en las películas se puede aprender sobre el amor. Después hay que conocerse bien a uno mismo, pues el amor no se manifiesta de igual forma en todos nosotros: unos son capaces de amar más, otros menos o de diferente manera. "El asesino sabe más de amor que el poeta", dijo en una canción Joaquín Sabina.

Como he dicho antes, hay muchos tipos de amor. Está el amor tierno que nos hace acurrucarnos al lado del ser amado durante horas; el amor loco que nos lleva a hacer cualquier sacrificio; el amor generoso que pone a la otra persona como más importante que uno mismo a la hora de tomar cualquier decisión; el amor doloroso, como un cinturón de clavos sujeto demasiado apretado, pero que ninguno querría quitarse.

"El amor son tres flores que se riegan a diario" dijo en una canción Carlos Chaouen. Es cierto: el amor es un cultivo que hay que cuidar. Cuando tú dudas, ella está firme; cuando ella se abate, tú la consuelas; cuando uno de los dos cae, el otro lo levanta. A veces a costa de la salud, a veces a costa del dinero, sólo por el amor profundo y cierto que se siente hacia la otra persona. San Valentín fue un sacerdote al que se condenó a muerte por casar a parejas que no tenían permiso para ello. Sería un pobre homenaje a este hombre conmemorar el día simplemente comprando flores o bombones. El amor es mucho más que eso, tanto que gente como él ha entregado su vida.

Concluyo diciendo lo que decía al principio, porque creo que es lo que mejor lo expresa. Es breve, es conciso y no deja lugar a dudas: el amor es la hostia.