miércoles, enero 05, 2011

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:

No diré que he sido bueno este año, porque decidir eso os corresponde a vosotros.

Hace muchos años que no os escribo, probablemente desde que yo mismo me convertí en Rey Mago como vosotros, pero no por ello dejo de pensar en todo el trabajo que tenéis en estas fechas. Y no lo digo por los regalos, sino por esa ilusión que hay en la gente, y no sólo en los más pequeños, que tienen tanta que la irradian y nos la contagian a los mayores; por ese misterioso halo de paz que inunda los corazones fríos tras un año de penas sucesivas; por esa íntima alegría que hace que olvidemos por un momento nuestros rencores y nos sentemos junto a nuestros hermanos a compartir el pan que tenemos la suerte de tener. Parece... no: es magia, por eso sé que es cosa vuestra.

Por eso, en estos tiempos de escasez, de gente preocupada que cuenta las pocas monedas que consiguen hallar en sus carteras, preguntándose qué será de ellos el día de mañana, no os pido cosas materiales, que se lleva el viento. Os pido para todos, os pido fuerzas para salir adelante por nuestros propios medios; buen criterio, para poder encontrar el camino; salud, para todos y para quienes más la necesitan; bondad, para tender la mano sin mirar a quien; y memoria, para que no repitamos nuestros errores. Todo esto vamos a necesitarlo durante todo el año, y algo más, tal vez lo más importante: que no se apague la llama de la ilusión en el corazón de la gente, porque en la oscuridad más profunda, deberá ser más brillante que nunca.

Por mi parte, y con vuestro permiso, este año intentaré seguir siendo embajador de sus majestades de oriente todo el año: un pequeño Rey Mago generoso que regale, al menos, una sonrisa, un abrazo, una palabra amable y sincera. Ya he dicho antes que no se si soy bueno o no: si no lo soy, quiero serlo; si lo soy, quiero ser mejor. Por eso trataré de imitar vuestra magia, de convertir la tristeza en esperanza, de hacer que, aunque sólo sea por un momento, haya alguien que recupere la fe en el ser humano.

Sin más, se despide de vosotros vuestro servidor, amigo, y eterno aprendiz de tres hombres buenos que estuvieron ahí el día en que se obró el milagro, cuando el hijo de Dios vino a nosotros en forma de hombre para enseñarnos a ser humanos.

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