viernes, marzo 14, 2008

El chiki-chiki se critica así:

No iba a pronunciarme públicamente sobre el asunto, pero ha sido algo de tanta repercusión que no ha dejado a casi nadie indiferente. Además, si hasta personajes despreciables como el insufrible (no por derechista, sino por radical) Jiménez Losantos ha dejado su prescindible y retorcida opinión, ¿por qué iba yo a ser menos?

Por si alguien anda perdido, hablo de la canción que representará a España en el próximo festival de Eurovisión. ¿Estoy a favor, estoy en contra...? Ojalá pudiera decir que soy un artista y un pensador y que estoy por encima de toda esta m... pero resulta que no soy ni lo uno ni lo otro, y pese a mi estatura no creo estar por encima de nada ni de nadie, como muchos erróneamente creen de si mismos; entre ellos, el arriba citado.

¿Qué pasa, pues, con esta "canción"? Hablemos en primer lugar de lo que representa Eurovisión dentro de la música, la cultura y el arte: nada, cero patatero. Eurovisión viene a ser una forma estúpida de decir: "bueno, ya que hemos perdido el mundial, a ver cómo nos va en Eurovisión". Este festival es un espectáculo vertedero, en donde ningún músico que se precie se deja ver por pura lógica: si pierde, adiós a su carrera; si gana, todo el mundo se olvidará en breve tiempo. Además, lo importante en Euróvision no es la música sino la performance, la puesta en escena, y la música no es sino la excusa para un festival internacional.

"La música es la menos cultural de todas las artes, con ella no hay necesidad de discurrir" dijo en su día Pío Baroja, "si bien he de decir que no soy insensible a ella" añadió después. Yo hoy digo además que está sobrevalorada; demonios, que no es para tanto. Hay quien no puede pasar sin música, pero no es mi caso. Miento en realidad, porque aunque no la escucho tanto como mucha gente, sí que la llevo en mi cabeza, donde suenan constantemente mis canciones favoritas. Para mí, el escuchar música es un modo llevadero de pasar el casi eterno viaje de dos horas en autobús entre Oviedo y Cangas del Narcea. En las veces que se me olvida llevarme el mp3 o el discman al autobús y me veo obligado a pasar el viaje conmigo mismo... ¡cáspita! Resulta que entonces me da por pensar. Pero eso es otra historia.

A lo que iba: el Chiki-chiki tiene muchos detractores, casi todos llamados "eurofans" (que yo pensaba que eran fans del euro, pero no) o "uribarris". Yo los llamo de un modo más bien poco agradable y que no mencionaré aquí porque no creo que el apelativo que les doy en mi mente sea justo, al fin y al cabo dan su sincera opinión. Puede ser manida, atrasada y equivocada, pero siento que es sincera y eso es algo que yo respeto. Son los otros, la gente como el verdadero Uribarri la que más me revuelve las tripas. "Son los entendidos", me dicen. "Son los que más saben de esto", me recuerdan. Seguro que lo son, y también son los mismos cuyo erróneo beneplácito llevó a España a enviar a un supuesto artista tras otro al fracaso.

Tengo dos cosas que decirles a todos ellos: primera, la vez que ganamos Eurovisión fue con un estribillo sin letra; segunda: ¿qué puñetas...? ¡Si triunfó la Macarena...! Tengamos en cuenta que este año vamos a competir contra una marioneta de un pavo y contra un tipo que suelta a un pollo por el escenario en medio de su representación. No creo que lo que nosotros enviamos sea más degenerado, tal vez lo sea menos.

¿Que si yo creo que el Chiki-chiki va a ganar Eurovisión? ¡Ca! Eso es lo de menos. Creo que es una "canción" (o lo que sea) divertida, pero sobre todo es algo que espontáneamente, y por tanto sinceramente, ha calado en la gente de a pie, la gente como yo y que se ha pronunciado. Me preguntan que cómo es que invoqué el nombre del gorrino cuando aquella lejana primera edición de Operación Triunfo unió tanto a la gente como en esta ocasión y en cambio ahora me alegro y aplaudo y apoyo. Pues, ¿qué quieren que les diga? Yo creo que esto es, ya que en esta ocasión nos han dado la oportunidad de expresarnos, hemos dicho: "¡Eurovisión nos importa una m...!" Lo de los triunfitos fue (voy a abusar un poco del término hipérbole) algo así como la guerra de Cuba en 1898: todos creían que España iba a arrasar, despreciando a los oponentes y sobrevalorando lo nuestro, y así nos fue. No es que yo sea poco patriota, al contrario: ser patriota no significa poner lo nuestro por encima de todo lo demás, sino querer que lo nuestro sea mejor de lo que es, y esforzarse y trabajar para que realmente lo sea. El cine español, por ejemplo, es bastante malo por mucho que digan nuestros esforzados artistas. La forma de que sea bueno es esforzarse más, teniendo más respeto por el significado del arte que por las ventas en taquilla, y no repetir en televisión que el cine español es bueno hasta que los españoles nos lo creamos.

Así que si alguien me pregunta qué opino sobre el Chiki-chiki, sólo tengo una palabra que decir; pero, eso sí, la diré dos veces:

¡Perrea, perrea!

jueves, marzo 06, 2008

Unas palabras de Mark Twain

En una república, ¿quién es el país? ¿Es el gobierno que de momento lleva las riendas? Pero el gobierno es sólo un sirviente temporal; no puede ser su prerrogativa determinar lo que está bien y lo que está mal, y decidir quién es un patriota y quién no. Su función es obedecer órdenes, no originarlas.

¿Quién, entonces, es el país? ¿Es la prensa? ¿Es el púlpito? Eso son sólo partes del país, no el conjunto; no tienen mando, sólo tienen su pequeña parte de mando.En una monarquía, el rey y su familia son el país; en una república, es la voz común del pueblo. Cada uno de vosotros, por sí mismo, por sí mismo y por su propia responsabilidad, debe hablar.

Es una responsabilidad solemne y pesada, y que no se puede rechazar a la ligera por la intimidación del púlpito, la prensa, el gobierno o los lemas vacíos de los políticos. Cada uno debe decidir por sí mismo qué está bien y qué está mal, y qué rumbo es patriótico y cuál no. No puedes eludir eso y ser un hombre. Decidir contra tus convicciones es ser un traidor completo e inexcusable, tanto a ti como a tu país, aunque los hombres te etiqueten como quieran.

Si tú solo entre toda tu nación decidieras de una forma, y esa forma fuera la correcta según tu idea de lo que es correcto, habrás cumplido con tu obligación hacia tí mismo y tu país. Levanta la cabeza, no tienes nada de qué avergonzarte.

No importa lo que diga la prensa. No importa lo que digan los políticos o las masas. No importa si todo el país decide que algo malo es algo bueno. Esta nación se fundó sobre un principio por encima de todos: la exigencia de que nos levantemos por lo que creemos, sin importar el riesgo o las consecuencias.

Así, cuando las masas y la prensa y el mundo entero te dice que te muevas, tu trabajo es plantarte como un árbol junto al Río de la Verdad y decirle al mundo entero: "no, muévete tú".

domingo, marzo 02, 2008

España desvertebrada

Hablar de política puede ser muchas cosas: para empezar puede ser algo muuuuy aburrido, sobre todo cuando los contrarios empiezan a repetir lo mismo una y otra vez sin escuchar al de enfrente (total "pa" qué, si lo que cuenta es ganar); también puede considerarse una forma de "deporte", por las tertulias que se oyen muchas veces, del tipo "mi partido es el mejor y el tuyo es una m... , os vamos a ganar de goleada, oé oé oé, mi España es mejor que la tuya". Pero por encima de todo es algo comprometido y limitante: cójase a un sujeto cualquiera por la calle y pregúntesele por la política. En cuanto abra la boquita, ya quedará encuadrado irremediablemente y para siempre en uno u otro bando.

Cuando creé este blog no lo hice con la intención de pedir votos para fulano o mengano. Desde mi punto de vista eso sería una bajeza y un error. Lo creé para tener un sitio donde opinar y escuchar opiniones, para aprender cosas nuevas y para que otros tengan la oportunidad de aprender de lo mucho o poco que yo sé. Lo malo de internet es que cualquiera puede entrar y decir la mayor chorrada como si fuera una verdad absoluta. No me importa discutir mis ideas, explicarlas a quien no las entienda o las malinterprete o rectificar cuando estoy errado en mi speech, cosa que puedo admitir (primero habría que demostrar que me equivoco, claro). Al fin y al cabo no soy un filósofo ni un erudito; sólo soy un escritor. Ni siquiera afirmo ser un buen escritor, pero escribir es lo que hago: constantemente me asaltan ideas y conceptos a los que voy dando una importancia mayor o menor en mi, digamos, cosmos interior. Cuando trato de explicarme a mi mismo el significado o valor de estos conceptos, tanto desde mi punto de vista personal como desde una perspectiva más general, creo el discurso en mi cabeza. Eso es lo que hago a todas horas, e incluso hay veces que no puedo dormir por el "ruido mental" que me deja esta actividad. Pero eso es lo que hago: lo haga bien o mal, escribir es mi vida. Ahora, que eso no me impide buscar racionalmente la verdad en las cosas; no una verdad relativa o una media verdad, sino una verdad absoluta o cuasi-absoluta. Eso que llamamos realidad. Por eso escribo aquí, donde tengo la oportunidad no sólo de expresar lo que pienso, sino también de que me digan que me equivoco y además me indiquen la senda correcta.

De ahí que sea reticente a hablar públicamente de política: quien busque la verdad no puede hacerlo predicando con un discurso partidista, con medias verdades que sólo escucharían los ya convencidos por el partido X. ¿Hay algo más inútil que un mitín? Ahí sólo van precisamente los que ya saben de antemano que es a ése partido al que van a votar. Cuando emito mis opiniones no busco en quienes me escuchan una sonrisa de aprobación sino una respuesta, algún argumento a favor o encontra de lo que he dicho que no se me hubiera ocurrido o que no hubiera valorado lo suficiente como para hablar en posesión de lo más parecido que puedo acercarme a la verdad absoluta.

Pero con las elecciones a la vuelta de la esquina, sería pueril y egoísta correr en pos de la gran verdad como quien caza mariposas de humo. Estamos en una democracia, y eso significa que tenemos una serie de derechos intocables e irrenunciables. Por otra parte, también sería pueril y egoísta pensar que la democracia nos exime de deberes.

El derecho más básico de la democracia, el voto, es a la vez un deber para con nosotros y nuestro país. En una papeleta, entregamos lo más parecido que tenemos a nuestra opinión encajada dentro de nuestro sistema político partidista. En el acto de votar ejercemos un derecho que nos exige una gran responsabilidad.

Me explico: cuando votamos estamos apoyando a alguien que, si bien no encaja completamente con nuestras convicciones, es lo más parecido que hay. Hasta aquí todo bien, pero ahora llega el reverso del voto: la responsabilidad que tenemos al votar. Tenemos que saber que al votar a un partido estamos desechando las demás opciones y de una forma indirecta perjudicando a otros, y quien sabe si no nos estaremos echando la zancadilla a nosotros mismos. Lo malo de la política es que, quienes la desempeñan, muchas veces mienten o tienen la memoria frágil, y si te he prometido esto no me acuerdo.

Tenemos que tener en cuenta esto, y algo más: en política llevamos 70 años arrastrando rivalidades irreconciliables: baste ver que los dos partidos mayoritarios son versiones light de los bandos de la guerra civil. No hay, como quieren vendernos, dos Españas o una España dividida: yo creo que hay, simplemente, dos formas distintas de ver y entender España. Para mí, España no se limita a ser una institución creada hace 500 años por los Reyes Católicos: España es mi hogar, es la gente que conozco y el aire que respiro. Más que la nación española me preocupan los españoles; al fin y al cabo, España sin españoles no es más que un soleado pedazo de tierra. Los españoles tenemos dos visiones sesgadas de España, las mismas o parecidas que llevaron a nuestros abuelos a luchar unos contra otros, tratando de matar a la otra visión que entorpecía la propia.

Pero pensemos esto: esos que tenemos enfrente, y que no piensan como nosotros, ¿no querrán, acaso, tan bien a España como nosotros? ¿Será posible que en su irreductible convicción no guarden alguna verdad o certeza? ¿Acaso es España otra cosa que no sea el pueblo español? ¿Acaso no son ellos también españoles?

Dije que no sería partidista, y creo no haberlo sido. Sólo dejar esta recomendación a todos aquellos que vayan a votar el próximo domingo 9 de marzo: pensadlo con cuidado, tratad de poneros en la piel de aquellos a quienes podéis perjudicar con vuestro voto. Porque la forma de mejorar la democracia es mejorar el criterio de quienes deciden, y esos somos nosotros.