lunes, enero 07, 2008

El árbol de las letras

Hay para todo dos puntos de referencia, dos extremos casi siempre irreconciliables, y adentrarse en uno significa alejarse irremediablemente del otro: Norte y Sur, derecha e izquierda, blanco y negro, ciencias y letras. Hoy quisiera hablar de esto último.

Aunque hay profesores que dicen que ya no hay tanta diferencia entre ciencias y letras, que incluso es absurdo hablar de ciencias y letras, lo cierto es que nuestra sociedad no se debe de haber enterado. Se sigue discriminando de unas y otras con todo lo que ello conlleva, aplicando este Norte/Sur del conocimiento. Aún recuerdo cuando me metí en el bachiller de Humanidades, cuando un compañero me contó la anécdota que tuvo con sus padres: le preguntaron "¿qué es eso de Humanidades?". Son letras, respondió él, a lo que ellos replicaron "No tienes ganas de estudiar, ¿eh?".

Tal vez sea solo fruto de una visión sesgada, de unos ojos que solo han querido ver cómo se considera que el conomiento debe ser fuente de provecho bajo la consigna: "ser de ciencias es útil, ser de letras es fútil". Tal vez sea victimismo, o tal vez sea hora de romper una lanza.

Para empezar, ¿qué cuernos son "las letras"? Resultan ser una especie de cajón de sastre donde caen todas las disciplinas no científicas, cosas tan diferentes entre sí como la filosofía, el arte, las lenguas, la literatura, la historia... materias que sólo tienen en común el no ser ciencias... ¿o tal vez no?

Savater comparaba la ciencia y la filosofía de un modo bastante interesante: sostenía que la ciencia avanza, digamos, construyendo un sendero de baldosas. Cada una de estas baldosas son nuevos datos, datos que se estudian, se investigan, se asimilan y se archivan, y a partir de estas "baldosas" ya clasificadas, asimiladas y conocidas se pueden colocar otras nuevas baldosas para seguir investigando para a su vez ir colocando otras, y así indefinídamente. La filosofía, en cambio, se plantearía qué es una baldosa. La ciencia, por tanto, construye; la filosofía, desmenuza. Para un científico, dos mas dos son forzosamente cuatro; para un filósofo, cabe preguntarse quién son esos dos que juntandose con otros misteriosos dos conforman los supuestos cuatro. De ahí que las mayores mentes de la historia hayan sido personajes capaces de abarcar ambos extremos, capaces de construír una teoría sólida partiendo de una simple e incluso a veces pueril pregunta formulada a uno mismo.

Puede que hasta aquí nadie haya caído, o puede que sí, pero voy a señalar la auténtica razón de esta cita: ¿no es curioso que, habiendo más disciplinas de estudio, Savater haya escogido precisamente la ciencia? El hecho no es casual; hay en el fondo del ser algo que une y hermana a todos aquellos "de letras", y es precisamente el saberse que están fuera de la ciencia, que su estudio y su conocimiento no es ciencia. ¿Y qué pasa con esto? Que esto supone estar fuera de aquello que la sociedad acepta como útil, supone no ser el investigador que descubre la penicilina, el inventor que trae al mundo la máquina de vapor, el científico que construye cohetes que llegan a otros planetas... La sociedad siempre estará detrás, mirando por encima del hombro y señalando con el dedo acusador y rencoroso, diciendo: "No eres útil, no eres práctico, te llamas inteligente sólo para creerte mejor que el resto, pero en realidad no aportas nada a los demás".

Eso es lo que tienen en común los "de letras": estudiar, trabajar, hacer logros en sus respectivos campos, para que esos logros no sean nunca comparables a los que haría alguien "de ciencias". Un hombre de ciencia puede trabajar toda su vida sin lograr descubrir nada nuevo, y sin embargo es muy posible (o al menos, es fácil imaginar) que goce de mayor aceptacion por parte de la sociedad que, por ejemplo, un literato que inventa un nuevo género, o un filósofo que encuentra una nueva forma de pensar.

Nada de esto tendría importancia... si no fuera cierto que el ser humano necesita la aprobación de sus semejantes. Es sorprendente a lo que han llegado algunos por conseguirla. Si quien lee estas líneas se para un momento a pensarlo, en seguida le vendrán a la cabeza algunos ejemplos que él mismo conoce. Es posible que incluso se sonroje ante la certeza de haber hecho él mismo algo (que no tiene porqué ser algo bajo o ruín, sino simplemente impropio de él) por el beneplácito de la sociedad, por la aprobación de los más cercanos, o llamémoslo simplemente el "qué dirán".

También hay que señalar, y acusar, al sistema de enseñanza (everybody says: ooooooh!!). Existe un método científico, curiosamente desarrollado por filósofos, que aunque se enseña de pasada, es el ABC de la ciencia. En cambio no hay un método letrístico. ¿Qué se enseña en las disciplinas de letras? Poco, muy poco. Esencialmente datos, una letanía de "el impresionismo consiste... en tal año... dice el mito de la caverna...". En ningún momento se enseña a pensar, a discurrir, a desmenuzar baldosas, a plantearse cada cosa que suponemos ya sabida.

He acusado al sistema de enseñanza, pero lo hago sin acritud. Supongo en ello más mala fortuna y mala preparación que mala voluntad. No creo que los profesores nieguen deliberadamente a sus alumnos la capacidad de pensar "en letras". El problema está precisamente en la dificultad de su trabajo, en la desidia por la cultura de los jóvenes, en la presión social que también ellos soportan, en ese algo en el fondo de su ser que los hermana, a través de la historia, con los hombres sabios que nunca han estudiado el modo de dividir el átomo o de viajar a las estrellas.