jueves, junio 05, 2008

RUTINA

Esta mañana he vuelto a resucitar
como cada día.

He salido de mi mortaja y
me he pasado por agua, pero hoy
tampoco he segado los pastos de mi rostro.
He asesinado a un bollo a mordiscos,
me he disfrazado de persona,
he llamado al ascensor -otro sarcófago-
para bajar a pisar cemento
como mis semejantes,
como cada día.

Apuesto que estoy pisando
las huellas que dejé ayer,
anteayer, el martes, el otro día, el mes
pasado.
Pero la calle no se ablanda
por más que la piso.

Como cada día,
buceo entre papeles -madera muerta-
contemplando peces de tinta
que se persiguen
inútilmente,
sin moverse,
como cada día.

Y he buscado.
He indagado en el mayor misterio
-había que intentarlo-;
algo he aprendido de las paredes:
a callar, y a guardar.

Y he vuelto a mi madriguera
como cada día.
Y cuando las horas últimas
agonizan,
vuelvo a mi tumba,
a esperar a que el sueño me mate
pues mañana ya no seré yo,
lo mismo que ayer fui otro.

Como cada día.

domingo, junio 01, 2008

Homenaje a Ángel González

Pues resulta que el pasado martes 27 de mayo, a eso de las 11:20 a.m. me llega un sms de un ex-compañero mío de la carrera. El texto era el siguiente: "Ven al milán. Corre. A las doce Sabina y García Martín por fin juntos."

Recuerdo que lo primero que hice en aquel momento fue pegar un salto. Lo segundo, avisar a otros dos amigos míos, fans de Sabina como yo, pero que por desgracia no pudieron asistir. Una auténtica lástima. En fin, conseguí llegar al campus del Milán a tiempo, pese a que vivo en la otra punta de Oviedo (ayudado por el hecho de que la ciudad está construída en forma de cuesta, y al bajar la gravedad siempre echa un cable) y, efectívamente allí estaba: Joaquín Sabina, rodeado de fotógrafos y periodistas, y hablando con otras personas, entre las que acerté a conocer a García Martín.

¿Y quién es este García Martín? Pues es un reputado crítico y antólogo, director de la revista literaria Clarín de Oviedo y profesor de la universidad de dicha ciudad. Cuando yo aún estaba en filología inglesa, cogí un par de asignaturas de libre configuración con él: Lit. española del siglo XX y Lit. española de la Ilustración y siglo XIX. Recuerdo aquellas clases cargadas de anécdotas, podría pasarme una tarde entera contando historias al respecto. El caso es que este profesor, José Luis García Martín, era sobre todo, cómo él mismo dice, "un gran lector". Prueba de ello era que, el primer día de clase, nos pidió que anotasemos en un papel los tres últimos libros que hubieramos leído, luego fue preguntando de uno en uno y resultaba que se los había leído todos, el tío (lo más asombroso fue el caso de un alumno Erasmus rumano, que citaba un libro de un autor rumano que sólo se había traducido al francés, ¡y también lo había leído!)

Pero a lo que iba: esta gente se había juntado para rendir homenaje a Ángel González, poeta ovetense fallecido el pasado 12 de enero. Se puede encontrar parte de su vida y obra en http://amediavoz.com/gonzalez.htm

Yo, como venía contando, no tenía ni idea de a santo de qué se habían reunido todas estas personas, y cuando me enteré de que se trataba de un homenaje a Ángel González creí que tenía derecho a quedarme: el salón de actos estaba lleno hasta la bandera (supongo que debido a la presencia de Joaquín Sabina), de hecho yo tuve que quedarme de pie. Digo que tenía derecho a quedarme porque, aunque Joaquín Sabina fue la excusa para ir, Ángel González fue la razón para quedarme, especialmente porque yo había tenido la decencia de asistir a su homenaje habiendo comprado un libro suyo meses antes de su fallecimiento. Saber que, de entre todos los presentes, yo era algo más que un mero fan de Sabina, o que un mero alumno de la universidad obligado a asistir para hacer un trabajo al respecto, por ejemplo, me dio mucho que pensar.

También se encontraban allí Susana Rivero, viuda de Ángel González, y Luis García Montero, entre otros. Después de los obligados elogios al rector y una especie de "aún no se como llamarlo" a Joaquín Sabina (era una especie de justificación a que estuviera allí, algo así como, y perdónenme la libre interpretación, un decir "anda, venga, vamos a hacer como que también es poeta", con esa suficiencia gallinácea que caracteriza a los catedráticos), comenzó el acto. Los ponentes iban contando cosas sobre Ángel González y leyendo algunos de sus poemas.

Yo conocía algunos, en parte por la asignatura de Lit. española del S. XX que impartía García Martín, y en parte por el libro que compré, que creo que se titula, y perdónenme si me equivoco, La poesía antológica del Eros. De cómo este libro acabó en mis estanterías también tiene su historia: lo encontré en la librería Cervantes, y al ver que era de Ángel González, comencé a hojearlo. Me sorprendió mucho, era una combinación entre expresividad y sencillez muy agradable, en un tono muy asequible para todos los públicos; me refiero a que era una poesía muy "entendible", no a que sea el equivalente literario de El rey León.

Volviendo al homenaje, como colofón de la mañana conseguí el autógrafo de Joaquín Sabina. Lo tengo en el moleskine que Anaïs me regaló hace un mes. Al verlo de cerca, encontré a un Sabina distinto de lo que me esperaba. Recuerdo que pensaba en aquél momento "¿cómo va a haber escrito Calle melancolía o Peor para el sol, si lo tengo aquí delante?" , como si fuera imposible que estas canciones hubieran salido de la mente de un hombre que vive y respira como los demás, que camina entre nosotros como uno más y que siente también sobre sí los estragos del tiempo: un Sabina envejecido que ya ronda los 60 años, pero no era el Sabina artista, el Sabina del bombín y el escenario, sino un Sabina más formal (cómo era de esperar en el homenaje a su amigo Ángel), un Sabina más literario, casi un Sabina de café, chinchón y tertulia.

Y después tomé algo con un amigo y volví a casa a seguir preparando las oposiciones.

domingo, mayo 11, 2008

POR ESO...

Si no hay palabras, si no hay aliento,
si no hay intrigas ni desamor,
si no hay montañas en el desierto,
si no hay chillidos de ruiseñor.

Si no hay sarcasmos ni sufrimiento,
si no hay discursos de orador,
si no hay procesiones ni por dentro,
si no hay excusas para el rencor.

Si no hay mentiras porque no miento,
si no hay espinas, si no hay dolor,
si no hay dinero vivo del viento,
el que me sopla de tu balcón.

Por eso déjame gritarte a ti
que en estos versos van mis latidos,
y déjame echarme a dormir
en ese sueño del que has salido,
y déjame soplar sin fin
todas las velas que hemos cumplido,
y déjame gritarte a ti
que estoy vivo.

Si no hay recesos, si no hay esperas,
si no hay saludos con beso gris,
si no hay señales de la impaciencia,
si no hay reproches de bisturí.

Si no hay pecados ni penitencias,
si no hay caprichos de emperatriz,
si no hay lágrimas de tormenta,
si no hay nociones de lo infeliz.

Si no hay silencios de intransigencia,
si no hay enfados de "no" pueril,
si no hay postales desde la ausencia,
es porque siempre estuviste aquí.

Por eso déjame gritarte a ti
que en estos versos van mis latidos,
y déjame echarme a dormir
en ese sueño del que has salido,
y déjame soplar sin fin
todas las velas que hemos cumplido,
y déjame gritarte a ti
que estoy vivo.

Por estos cuatro años y medio. Gracias

domingo, abril 20, 2008

Hambre de pan, de horizontes y de oficialidad

A raíz de este artículo es muy posible que me aplaudan... la cara. El tema que voy a tocar, si bien no debería ser polémico per se, es un tema que genera bastante controversia. Se trata de la Lengua Asturiana, o Llingua. Se trata de un idioma... ¿idioma o dialecto? Veremos:

Porque el caso es que, en Asturias, existe una lengua que no es ni castellano ni gallego, sino una lengua distinta que, a diferencia de las otras lenguas de la península como el catalán o el gallego, no goza del estatus de la oficialidad.

L'asturianu, como en la propia lengua se denomina, es una lengua que deriva del latín; yo sospecho que surgió de la misma rama que el castellano, por guardar algunas similitudes gramaticales con el castellano antiguo, en especial la de posposición de los pronominales átonos con respecto al verbo ("me encontraba" por "encontrábame"). En un principio parece que pudiera ser que no surgió del latín, sino que fuera una forma degenerada del castellano antiguo, pero hay diferencias: por ejemplo, la ausencia del sonido "j" (existe un sonido similar en la variante oriental, pero no seria una "j" sino algo más parecido a la "h" inglesa). Y, sobre todo, lo que me llevó a pensar que es realmente una lengua romance por derecho propio es el hecho de que ya era conocida en los tiempos del castellano antiguo, claro que por entonces se conocía como "astur-leonés". Hoy se le llama Asturianu, Llingua o Bable.

Aquí estoy obligado a hacer un inciso: el término "bable" hoy no es despectivo. Es cierto que, en su origen, se usaba para hacer referencia a un habla titubeante y balbuciente, pero hoy se usa simplemente para designar al Asturianu de una forma más corta. Ocurre lo contrario, por ejemplo, con la palabra "moro"; que antiguamente servía para referirse a los musulmanes y que hoy se considera un término peyorativo. Por cierto, esta palabra se conserva en asturiano con otro significado: "moro" o "mouro" significa "oscuro".

Y es que la Llingua conserva términos que intuyo pertenecen a los dialectos anteriores a la llegada de los romanos a la península, especialmente para la fauna: "chóndriga" es nutria, "melandro" es tejón, "raitán" es petirrojo, "pita" es gallina, "gochu" es cerdo, etc, así como a la flora, donde "carbayo" es roble. También hay palabras casi únicas para nombrar a los instrumentos de labranza y otras herramientas: "garabata", "chapo", "morgaza"...

En España existen 5 lenguas: castellano, gallego, euskera, catalán y asturiano. Sin embargo, lenguas oficiales son tambien 5: castellano, gallego, euskera, catalán y valenciano. Sí, he dicho bien: valenciano. Pese a ser una variante del catalán, está reconocido oficialmente como lengua.

En Asturias, hay división de opiniones sobre si debería el asturiano ser lengua oficial o no: al ser el asturiano una lengua básicamente de tradición oral no se conservan textos escritos, y está también el tema de los tiempos que corren; la globalización no deja lugar a las minorías, y con apenas 1millón de habitantes... y tampoco deja lugar a lo que no sea inmediatamente "útil": ¿quién se va a poner a aprender asturiano para trabajar en Asturias (donde no hay mucho trabajo), pudiendo aprender inglés para trabajar en el Reino Unido, o en Estados Unidos?

Y yo digo: cierto, pero también está el hecho de que es nuestra herencia como asturianos, es un patrimonio cultural que se está perdiendo por dejadez, nuestra o del Estado; y hay algo de trágico en la pérdida de una lengua, pues que una lengua desaparezca quiere decir que toda la gente que la hablaba ha muerto sin transmitirla a la siguiente generación. Si el asturiano desaparece lo hará para siempre, y tal vez perviva sólo en forma amestada (el asturiano amestao es básicamente castellano con algunos giros y modismos del asturiano).

No había hablado "fuera de Asturias" de esto por una razón: por no hacer propaganda, debido a ciertos defensores del asturiano que no piensan más que en aprovecharse de ello para obtener subvenciones. Hace tiempo, uno de ellos me decía que yo tenía que escribir poemas, que él los traduciría al asturiano para que nos dieran una subvención. Creo que nunca he tenido tantas ganas de escupirle a alguien en la cara. Pero bueno, si al final me he animado a hacerlo es porque he comprendido que indeseables los hay en todas partes y en todos los ámbitos, y porque también es más importante la supervivencia del idioma que las diferencias que yo pueda tener con sus defensores, que bastante tienen con el poco caso que les hacen.

Además, hay algo de clasismo en esto; la lengua asturiana se vincula tácitamente a personas de bajo nivel cultural, a la gente de las pequeñas aldeas apartadas... a los garrulos, vaya. Como contrapartida, los defensores del asturiano hacen por reafirmarse en ello, por encerrarse en la llingua y en las viejas costumbres, y es lógico cuando desde hace muchisimos años se han sentido discriminados, por el simple hecho de ser los depositarios del legado lingüístico asturiano, y señalados como gente atrasada y cortos de entendederas.

Mi conclusión... en realidad no es una conclusión porque no concluyo nada, este tema seguirá siendo la pescadilla que se muerde la cola durante mucho tiempo, supongo, pero sí que tendría un consejo para los defensores del asturiano, algo que puede parecer chocante y contradictorio: por favor, hablad en castellano; permitid que os conozcan tal como sois, que vean que no sois la gente atrasada que los detractores del asturiano dicen que sois; y cuando vean la realidad, cuando comprendan que en verdad sois gente comprometida con una causa, gente inteligente que sabe que tiene algo frágil y valioso entre las manos, con un sentimiento de deber hacia las futuras generaciones de asturianos, entonces será el momento de enseñarles la llingua. Pensad que, al fin y al cabo, lo más importante es entenderse, especialmente cuando es una lengua lo que está en juego.

viernes, marzo 14, 2008

El chiki-chiki se critica así:

No iba a pronunciarme públicamente sobre el asunto, pero ha sido algo de tanta repercusión que no ha dejado a casi nadie indiferente. Además, si hasta personajes despreciables como el insufrible (no por derechista, sino por radical) Jiménez Losantos ha dejado su prescindible y retorcida opinión, ¿por qué iba yo a ser menos?

Por si alguien anda perdido, hablo de la canción que representará a España en el próximo festival de Eurovisión. ¿Estoy a favor, estoy en contra...? Ojalá pudiera decir que soy un artista y un pensador y que estoy por encima de toda esta m... pero resulta que no soy ni lo uno ni lo otro, y pese a mi estatura no creo estar por encima de nada ni de nadie, como muchos erróneamente creen de si mismos; entre ellos, el arriba citado.

¿Qué pasa, pues, con esta "canción"? Hablemos en primer lugar de lo que representa Eurovisión dentro de la música, la cultura y el arte: nada, cero patatero. Eurovisión viene a ser una forma estúpida de decir: "bueno, ya que hemos perdido el mundial, a ver cómo nos va en Eurovisión". Este festival es un espectáculo vertedero, en donde ningún músico que se precie se deja ver por pura lógica: si pierde, adiós a su carrera; si gana, todo el mundo se olvidará en breve tiempo. Además, lo importante en Euróvision no es la música sino la performance, la puesta en escena, y la música no es sino la excusa para un festival internacional.

"La música es la menos cultural de todas las artes, con ella no hay necesidad de discurrir" dijo en su día Pío Baroja, "si bien he de decir que no soy insensible a ella" añadió después. Yo hoy digo además que está sobrevalorada; demonios, que no es para tanto. Hay quien no puede pasar sin música, pero no es mi caso. Miento en realidad, porque aunque no la escucho tanto como mucha gente, sí que la llevo en mi cabeza, donde suenan constantemente mis canciones favoritas. Para mí, el escuchar música es un modo llevadero de pasar el casi eterno viaje de dos horas en autobús entre Oviedo y Cangas del Narcea. En las veces que se me olvida llevarme el mp3 o el discman al autobús y me veo obligado a pasar el viaje conmigo mismo... ¡cáspita! Resulta que entonces me da por pensar. Pero eso es otra historia.

A lo que iba: el Chiki-chiki tiene muchos detractores, casi todos llamados "eurofans" (que yo pensaba que eran fans del euro, pero no) o "uribarris". Yo los llamo de un modo más bien poco agradable y que no mencionaré aquí porque no creo que el apelativo que les doy en mi mente sea justo, al fin y al cabo dan su sincera opinión. Puede ser manida, atrasada y equivocada, pero siento que es sincera y eso es algo que yo respeto. Son los otros, la gente como el verdadero Uribarri la que más me revuelve las tripas. "Son los entendidos", me dicen. "Son los que más saben de esto", me recuerdan. Seguro que lo son, y también son los mismos cuyo erróneo beneplácito llevó a España a enviar a un supuesto artista tras otro al fracaso.

Tengo dos cosas que decirles a todos ellos: primera, la vez que ganamos Eurovisión fue con un estribillo sin letra; segunda: ¿qué puñetas...? ¡Si triunfó la Macarena...! Tengamos en cuenta que este año vamos a competir contra una marioneta de un pavo y contra un tipo que suelta a un pollo por el escenario en medio de su representación. No creo que lo que nosotros enviamos sea más degenerado, tal vez lo sea menos.

¿Que si yo creo que el Chiki-chiki va a ganar Eurovisión? ¡Ca! Eso es lo de menos. Creo que es una "canción" (o lo que sea) divertida, pero sobre todo es algo que espontáneamente, y por tanto sinceramente, ha calado en la gente de a pie, la gente como yo y que se ha pronunciado. Me preguntan que cómo es que invoqué el nombre del gorrino cuando aquella lejana primera edición de Operación Triunfo unió tanto a la gente como en esta ocasión y en cambio ahora me alegro y aplaudo y apoyo. Pues, ¿qué quieren que les diga? Yo creo que esto es, ya que en esta ocasión nos han dado la oportunidad de expresarnos, hemos dicho: "¡Eurovisión nos importa una m...!" Lo de los triunfitos fue (voy a abusar un poco del término hipérbole) algo así como la guerra de Cuba en 1898: todos creían que España iba a arrasar, despreciando a los oponentes y sobrevalorando lo nuestro, y así nos fue. No es que yo sea poco patriota, al contrario: ser patriota no significa poner lo nuestro por encima de todo lo demás, sino querer que lo nuestro sea mejor de lo que es, y esforzarse y trabajar para que realmente lo sea. El cine español, por ejemplo, es bastante malo por mucho que digan nuestros esforzados artistas. La forma de que sea bueno es esforzarse más, teniendo más respeto por el significado del arte que por las ventas en taquilla, y no repetir en televisión que el cine español es bueno hasta que los españoles nos lo creamos.

Así que si alguien me pregunta qué opino sobre el Chiki-chiki, sólo tengo una palabra que decir; pero, eso sí, la diré dos veces:

¡Perrea, perrea!

jueves, marzo 06, 2008

Unas palabras de Mark Twain

En una república, ¿quién es el país? ¿Es el gobierno que de momento lleva las riendas? Pero el gobierno es sólo un sirviente temporal; no puede ser su prerrogativa determinar lo que está bien y lo que está mal, y decidir quién es un patriota y quién no. Su función es obedecer órdenes, no originarlas.

¿Quién, entonces, es el país? ¿Es la prensa? ¿Es el púlpito? Eso son sólo partes del país, no el conjunto; no tienen mando, sólo tienen su pequeña parte de mando.En una monarquía, el rey y su familia son el país; en una república, es la voz común del pueblo. Cada uno de vosotros, por sí mismo, por sí mismo y por su propia responsabilidad, debe hablar.

Es una responsabilidad solemne y pesada, y que no se puede rechazar a la ligera por la intimidación del púlpito, la prensa, el gobierno o los lemas vacíos de los políticos. Cada uno debe decidir por sí mismo qué está bien y qué está mal, y qué rumbo es patriótico y cuál no. No puedes eludir eso y ser un hombre. Decidir contra tus convicciones es ser un traidor completo e inexcusable, tanto a ti como a tu país, aunque los hombres te etiqueten como quieran.

Si tú solo entre toda tu nación decidieras de una forma, y esa forma fuera la correcta según tu idea de lo que es correcto, habrás cumplido con tu obligación hacia tí mismo y tu país. Levanta la cabeza, no tienes nada de qué avergonzarte.

No importa lo que diga la prensa. No importa lo que digan los políticos o las masas. No importa si todo el país decide que algo malo es algo bueno. Esta nación se fundó sobre un principio por encima de todos: la exigencia de que nos levantemos por lo que creemos, sin importar el riesgo o las consecuencias.

Así, cuando las masas y la prensa y el mundo entero te dice que te muevas, tu trabajo es plantarte como un árbol junto al Río de la Verdad y decirle al mundo entero: "no, muévete tú".

domingo, marzo 02, 2008

España desvertebrada

Hablar de política puede ser muchas cosas: para empezar puede ser algo muuuuy aburrido, sobre todo cuando los contrarios empiezan a repetir lo mismo una y otra vez sin escuchar al de enfrente (total "pa" qué, si lo que cuenta es ganar); también puede considerarse una forma de "deporte", por las tertulias que se oyen muchas veces, del tipo "mi partido es el mejor y el tuyo es una m... , os vamos a ganar de goleada, oé oé oé, mi España es mejor que la tuya". Pero por encima de todo es algo comprometido y limitante: cójase a un sujeto cualquiera por la calle y pregúntesele por la política. En cuanto abra la boquita, ya quedará encuadrado irremediablemente y para siempre en uno u otro bando.

Cuando creé este blog no lo hice con la intención de pedir votos para fulano o mengano. Desde mi punto de vista eso sería una bajeza y un error. Lo creé para tener un sitio donde opinar y escuchar opiniones, para aprender cosas nuevas y para que otros tengan la oportunidad de aprender de lo mucho o poco que yo sé. Lo malo de internet es que cualquiera puede entrar y decir la mayor chorrada como si fuera una verdad absoluta. No me importa discutir mis ideas, explicarlas a quien no las entienda o las malinterprete o rectificar cuando estoy errado en mi speech, cosa que puedo admitir (primero habría que demostrar que me equivoco, claro). Al fin y al cabo no soy un filósofo ni un erudito; sólo soy un escritor. Ni siquiera afirmo ser un buen escritor, pero escribir es lo que hago: constantemente me asaltan ideas y conceptos a los que voy dando una importancia mayor o menor en mi, digamos, cosmos interior. Cuando trato de explicarme a mi mismo el significado o valor de estos conceptos, tanto desde mi punto de vista personal como desde una perspectiva más general, creo el discurso en mi cabeza. Eso es lo que hago a todas horas, e incluso hay veces que no puedo dormir por el "ruido mental" que me deja esta actividad. Pero eso es lo que hago: lo haga bien o mal, escribir es mi vida. Ahora, que eso no me impide buscar racionalmente la verdad en las cosas; no una verdad relativa o una media verdad, sino una verdad absoluta o cuasi-absoluta. Eso que llamamos realidad. Por eso escribo aquí, donde tengo la oportunidad no sólo de expresar lo que pienso, sino también de que me digan que me equivoco y además me indiquen la senda correcta.

De ahí que sea reticente a hablar públicamente de política: quien busque la verdad no puede hacerlo predicando con un discurso partidista, con medias verdades que sólo escucharían los ya convencidos por el partido X. ¿Hay algo más inútil que un mitín? Ahí sólo van precisamente los que ya saben de antemano que es a ése partido al que van a votar. Cuando emito mis opiniones no busco en quienes me escuchan una sonrisa de aprobación sino una respuesta, algún argumento a favor o encontra de lo que he dicho que no se me hubiera ocurrido o que no hubiera valorado lo suficiente como para hablar en posesión de lo más parecido que puedo acercarme a la verdad absoluta.

Pero con las elecciones a la vuelta de la esquina, sería pueril y egoísta correr en pos de la gran verdad como quien caza mariposas de humo. Estamos en una democracia, y eso significa que tenemos una serie de derechos intocables e irrenunciables. Por otra parte, también sería pueril y egoísta pensar que la democracia nos exime de deberes.

El derecho más básico de la democracia, el voto, es a la vez un deber para con nosotros y nuestro país. En una papeleta, entregamos lo más parecido que tenemos a nuestra opinión encajada dentro de nuestro sistema político partidista. En el acto de votar ejercemos un derecho que nos exige una gran responsabilidad.

Me explico: cuando votamos estamos apoyando a alguien que, si bien no encaja completamente con nuestras convicciones, es lo más parecido que hay. Hasta aquí todo bien, pero ahora llega el reverso del voto: la responsabilidad que tenemos al votar. Tenemos que saber que al votar a un partido estamos desechando las demás opciones y de una forma indirecta perjudicando a otros, y quien sabe si no nos estaremos echando la zancadilla a nosotros mismos. Lo malo de la política es que, quienes la desempeñan, muchas veces mienten o tienen la memoria frágil, y si te he prometido esto no me acuerdo.

Tenemos que tener en cuenta esto, y algo más: en política llevamos 70 años arrastrando rivalidades irreconciliables: baste ver que los dos partidos mayoritarios son versiones light de los bandos de la guerra civil. No hay, como quieren vendernos, dos Españas o una España dividida: yo creo que hay, simplemente, dos formas distintas de ver y entender España. Para mí, España no se limita a ser una institución creada hace 500 años por los Reyes Católicos: España es mi hogar, es la gente que conozco y el aire que respiro. Más que la nación española me preocupan los españoles; al fin y al cabo, España sin españoles no es más que un soleado pedazo de tierra. Los españoles tenemos dos visiones sesgadas de España, las mismas o parecidas que llevaron a nuestros abuelos a luchar unos contra otros, tratando de matar a la otra visión que entorpecía la propia.

Pero pensemos esto: esos que tenemos enfrente, y que no piensan como nosotros, ¿no querrán, acaso, tan bien a España como nosotros? ¿Será posible que en su irreductible convicción no guarden alguna verdad o certeza? ¿Acaso es España otra cosa que no sea el pueblo español? ¿Acaso no son ellos también españoles?

Dije que no sería partidista, y creo no haberlo sido. Sólo dejar esta recomendación a todos aquellos que vayan a votar el próximo domingo 9 de marzo: pensadlo con cuidado, tratad de poneros en la piel de aquellos a quienes podéis perjudicar con vuestro voto. Porque la forma de mejorar la democracia es mejorar el criterio de quienes deciden, y esos somos nosotros.

sábado, febrero 23, 2008

"De buenas intenciones...

...está empedrado el camino al infierno" dice el refranero popular. Y aunque bien es verdad que no puede confiar uno en los refranes, ya que siempre hay otro refrán que dice lo contrario, podría decirse que son como las leyendas: no todo lo que se dice en ellos es verdad, pero tampoco todo lo que dicen es mentira, "todo según el color del cristal con que se mira" (ya que estamos con tópicos).

Los refranes son una especie de guarda de valores,de dichos populares, de consejos prefabricados. ¿Cómo es posible que, para una situación que surge ahora mismo, llega un refrán creado hace siglos y nos soluciona la papeleta? ¡Oh, maravilla! Pero cuidado, porque todo tiene su sentido y más de uno. Especialmente, cuando hablamos de aconsejar al prójimo, y más en concreto cuando nos aconsejan a nosotros.

Cito a continuación una escena de la novela El señor de los anillos, una de tantas que luego no verían la luz en la gran pantalla. Frodo parte de su casa acompañado de sus amigos y perseguido por los jinetes negros cuando se encuentra con un grupo de elfos liderados por Gildor. Al saber que son amigos de Gandalf, y preocupado respecto a la demora del mago, Frodo consulta a Gildor sobre qué hacer a continuación:

-... Mi plan era abandonar la Comarca en secreto, camino de Rivendel, pero ya me siguen los pasos, aun antes de llegar a los Gamos.

-Creo que tendrías que seguir ese plan -dijo Gildor-. No pienso que el camino sea muy difícil para tu coraje, pero si deseas consejos más claros tendrías que pedírselos a Gandalf. No conozco el motivo de tu huida, y por eso mismo no sé de qué medios se valdrán tus perseguidores para atacarte. Gandalf lo sabrá, sin duda. Supongo que lo verás antes de dejar la Comarca.

- Así lo espero, pero esto es otra cosa que me inquieta. He esperado a Gandalf hace muchos días; tendría que haber llegado a Hobbiton hace dos noches cuando mucho, pero no apareció. Ahora me pregunto qué habrá ocurrido. ¿Crees necesario que lo espere?

Gildor guardó silencio un rato, y al fin dijo: -No me gustan estas noticias. El retraso de Gandalf no presagia nada bueno. Pero está dicho: "no te entrometas en asuntos de magos, pues son astutos y de cólera fácil". Te corresponde a tí decidir: sigue o espéralo.

- Y también se ha dicho -respondió Frodo-: "No pidas consejo a los Elfos, pues te dirán al mismo tiempo que sí y que no".

- ¿De veras? -rió Gildor-. Raras veces los Elfos dan consejos indiscretos, pues un consejo es un regalo muy peligroso, aun del sabio al sabio, ya que todos los rumbos pueden terminar mal. ¿Qué pretendes? No me has dicho todo lo que a ti respecta; entonces, ¿cómo podría elegir mejor que tú? Pero si me pides consejo te lo daré por amistad. Pienso que debieras partir inmediatamente, sin dilación, y si Gandalf no aparece antes de tu partida, permíteme también aconsejarte que no vayas solo. Lleva contigo amigos de confianza y de buena voluntad. Tendrías que agradecérmelo, pues no te doy este consejo de muy buena gana. Los Elfos tienen sus propios trabajos y sus propias penas, y no se entrometen en los asuntos de los hobbits o de cualquier otra criatura terrestre. Nuestros caminos rara vez se cruzan con los de ellos, por casualidad o a propósito; quizá este encuentro no sea del todo casual, pero el propósito no me parece claro y temo decir demasiado.
...


Así son los consejos. Cuando estamos en una encrucijada y no sabemos qué hacer, pedimos consejo; tal vez esperando que la experiencia ajena nos ayude en nuestra decisión; tal vez esperando (algunos lo hacen) que otros tomen la decisión por nosotros. En esta última situación es donde se muestran peligrosos los consejos. El hecho de aconsejar a alguien nos convierte, en parte, en responsables de las futuras acciones del aconsejado. Claro que el aconsejado siempre puede hacer otra cosa de lo que le hayamos dicho, y es que en última instancia es él quien tiene que tomar la decisión, y quien tiene la última palabra.

Al lado de esta gente que no decide (por no equivocarse o por echar la culpa a otro de sus errores, ¿quién sabe?) hay otros sujetos peligrosos: los que regalan los consejos; los (abusando otra vez del refranero popular) "consejos vendo que para mí no tengo". Todos nos hemos encontrado con alguien, algún amigo al que contamos algún problemilla de nuestra cotidianidad y nos regala los oídos con algún consejo que no hemos pedido, como si esta persona estuviera en una posición más elevada que le permite ver cosas que nosotros no vemos o como si realmente deseasemos que alguien que no está viviendo nuestra realidad venga en nuestro auxilio con una solución facilona porque no es él quien tiene que "mojarse".

Por ello, mi consejo (¡y cuidado con él!) es pedir consejo a alguien que sepamos que realmente nos puede ayudar, y desoír los consejos de quienes nos los regalan tan generosamente que nos dicen cualquier cosa como si necesitasemos, valga la redundancia, que nos dijeran cualquier cosa. Y es que, como decía hace un momento, "de buenas intenciones..."

domingo, febrero 10, 2008

¡Si Lázaro levantara la cabeza...!

Y el caso es que hay quien dice que sí que lo hizo, que en cuanto Jesucristo le dijo: "levántate y anda", él se levantó y anduvo. Pero no me estoy refiriendo al Lázaro del evangelio de San Juan, sino a otro más cercano, más nuestro y hasta más inspirador y definitorio de nuestra cultura que el mismísimo Cid Campeador; pues si éste venció batallas después de muerto, el Lázaro a quien yo me refiero ha dejado una huella profunda en España sin haber llegado siquiera a nacer. Me refiero a Lázaro de Tormes, el protagonista de El lazarillo de Tormes.

El lazarillo de Tormes comienza en nuestro país la siguiente y larga tradición de la novela picaresca, allá por el Siglo de Oro (dicen que el siglo XX ha sido en España el Siglo de Plata de la literatura). Al humilde Lázaro le sucedieron El Guzmán de Alfarache, Pícara Justina y El buscón entre muchos otros. Pero vayamos al asunto.

Mencionaba más arriba que el personaje de Lázaro, el pícaro, es quien mejor define nuestra cultura; más que el paisaje es el "paisanaje" de España. Situémonos en la situación de entonces: España había extendido un imperio enorme, y era la primera potencia mundial. Sin embargo, en las callejuelas de las principales ciudades se veía una estampa no muy distinta a los suburbios estadounidenses de hoy: miseria, hambre, suciedad, pobreza... un ambiente donde sólo los más fuertes salen adelante. Los más fuertes... o los más listos. Un niño en ese entorno debía desarrollar un ingenio superior al de los adultos y recurrir a él (a falta de fuerza) para procurarse el sustento.

Lázaro se vio forzado a rapiñar para subsistir, una lógica estrategia de supervivencia que se prolongó durante varias generaciones que padecían los mismos males. Un día, la situación cambió: la ciencia aumentó la esperanza de vida, el imperio español declinó y cayó, y el ciudadano medio prosperó. Pero a pesar de los cambios, el instinto de pícaro ya había arraigado profundamente en la conciencia del español; hasta el punto en que, en mayor o menor medida todos llevaban algo de pícaro dentro de sí. Y en un entorno donde todos son pícaros, son los mayores de entre ellos los que más prosperan. Y ahí tenemos a nuestra clase política: oportunistas, desvergonzados, ingeniosos, individualistas... buenos para sí mismos, y malos para los demás.

En mi opinión (ya lo he dicho alguna otra vez) no es eso lo que necesitamos. Ingenio lo ha habido siempre en España: la chispa, la capacidad de improvisar, la agilidad y reflejos mentales. Que los políticos gasten desvergüenza y oportunismo es algo que sólo les beneficia a ellos. Lo que falta es profundidad, esfuerzo y estudio, y darse cuenta de que se avanza más con trabajo que con ingenio. El ingenio basta para sobrevivir, pero la supervivencia es un pobre objetivo en un país como el nuestro donde, por fortuna, la supervivencia está más o menos asegurada en la mayor parte de los casos; pienso que ahora nos toca progresar, y para eso hace falta esfuerzo.

Por eso digo que si Lázaro hubiera existido y a día de hoy levantara la cabeza, tal vez al ver el entorno actual de picaresca innecesaria (puesto que fue necesaria una vez, cuando había que escoger entre el hurto o el hambre), de insidias y maneras subrepticias de ganar dinero, tal vez entonces se frotase las manos sonriendo para sí y pensando: "¡Ésta es la mía!"

viernes, febrero 01, 2008

Discriminaciones indiscriminadas

Discriminación positiva. Con este oxímoron se alude a un favoritismo basado en el sexo.

Empecemos diciendo que sí, que desde algún punto de vista toda discriminación es positiva: no contratar a modelos de la talla 40 favorece a las modelos de talla 34; impedir que las parejas homosexuales adopten niños impide que los niños adoptados se hagan también homosexuales (mucho mejor es dejar que se mueran de hambre, donde va a parar); la banda de cabezas rapadas que matan a golpes a los inmigrantes favorecen al parado español, quitándole de enmedio a la competencia...

¿Exagero? Tal vez, pero es esta una estupidez que me pone de mal humor. Esto, en teoría, permite que las mujeres tengan una leve preferencia respecto a los hombres, como una especie de compensación a la discriminación que en el pasado las mujeres han venido recibiendo por parte de los hombres. Es decir, que las mujeres de hoy tendrían una leve preferencia sobre los hombres de hoy en compensación a la discriminación que las mujeres de épocas pasadas han recibido por parte de los hombre de épocas pasadas. Lamentable.

De esta animalada hay varios ejemplos, uno de los más cercanos se encuentra en la facultad de humanidades de la Universidad de Oviedo, particularmente en el departamento de filología anglogermánica y francesa. Un ejemplo: en la asignatura llave de primer curso de filología inglesa llamada "comentario de textos literarios ingleses del siglo XX" se estudian un total de 10 escritores, 8 de ellos mujeres. Me remonto a la época en que yo estudiaba esta carrera, y al momento en que la por entonces profesora Carolina Fernández explicaba este desequilibrio como "una compensación, por ejemplo en las colecciones de las 100 mejores novelas de la historia solo hay dos escritas por mujeres". Creo que no soy demasiado exigente cuando digo que una asignatura llamada "comentario de textos literarios ingleses del siglo XX" debería contener los textos más representativos de aquella época y de aquel país (especialmente tratándose de una asignatura llave, es decir, una asignatura que es obligatorio aprobar para poder acceder a otras asignaturas de cursos superiores, concretamente a las literaturas). El hecho es que no había suficientes escritoras inglesas del siglo XX para el temario, así que para rellenar se metió a Kate Chopin, una autora del siglo XIX; y a Katherine Mansfield, ésta sí perteneciente al siglo XX pero no de nacionalidad inglesa sino neozelandesa. Así, tenemos alumnos hombres, profesores hombres y escritores hombres positivamente discriminados.

Como argumento esgrimido a favor de la discriminación positiva tenemos a quienes hablan de ella como "un medio de compensación, para dar a la mujer aquellos privilegios de los que el hombre se adueñó en exclusiva". Yo, sin embargo, no lo veo claro: para mí, la compensación bien entendida consiste en subsanar la conducta errónea del pasado con una conducta correcta en el presente y de cara a l futuro, no con la misma conducta errónea a la inversa. Habrá quien, en un alarde de intoxicación lírica y romántica diga que si no se da la vuelta a la tortilla se quemará, pero tampoco creo que las relaciones humanas funcionen así.

Y no lo creo por una razón muy simple: porque, para mí, no hay más diferencias entre hombres y mujeres que las físicas. Es lo que creo, y es lo que veo; que somos igual de miserables, de cobardes, de humanos en definitiva. Puede que haya alguna diferencia en el estilo de ser mezquinos, pero poco más. En suma somos iguales mujeres y hombres, y las discriminaciones me dan asco. La igualdad en los derechos y deberes, en las oportunidades y en las restricciones no ha de ser discriminatoria, y sí positiva para todos.

lunes, enero 07, 2008

El árbol de las letras

Hay para todo dos puntos de referencia, dos extremos casi siempre irreconciliables, y adentrarse en uno significa alejarse irremediablemente del otro: Norte y Sur, derecha e izquierda, blanco y negro, ciencias y letras. Hoy quisiera hablar de esto último.

Aunque hay profesores que dicen que ya no hay tanta diferencia entre ciencias y letras, que incluso es absurdo hablar de ciencias y letras, lo cierto es que nuestra sociedad no se debe de haber enterado. Se sigue discriminando de unas y otras con todo lo que ello conlleva, aplicando este Norte/Sur del conocimiento. Aún recuerdo cuando me metí en el bachiller de Humanidades, cuando un compañero me contó la anécdota que tuvo con sus padres: le preguntaron "¿qué es eso de Humanidades?". Son letras, respondió él, a lo que ellos replicaron "No tienes ganas de estudiar, ¿eh?".

Tal vez sea solo fruto de una visión sesgada, de unos ojos que solo han querido ver cómo se considera que el conomiento debe ser fuente de provecho bajo la consigna: "ser de ciencias es útil, ser de letras es fútil". Tal vez sea victimismo, o tal vez sea hora de romper una lanza.

Para empezar, ¿qué cuernos son "las letras"? Resultan ser una especie de cajón de sastre donde caen todas las disciplinas no científicas, cosas tan diferentes entre sí como la filosofía, el arte, las lenguas, la literatura, la historia... materias que sólo tienen en común el no ser ciencias... ¿o tal vez no?

Savater comparaba la ciencia y la filosofía de un modo bastante interesante: sostenía que la ciencia avanza, digamos, construyendo un sendero de baldosas. Cada una de estas baldosas son nuevos datos, datos que se estudian, se investigan, se asimilan y se archivan, y a partir de estas "baldosas" ya clasificadas, asimiladas y conocidas se pueden colocar otras nuevas baldosas para seguir investigando para a su vez ir colocando otras, y así indefinídamente. La filosofía, en cambio, se plantearía qué es una baldosa. La ciencia, por tanto, construye; la filosofía, desmenuza. Para un científico, dos mas dos son forzosamente cuatro; para un filósofo, cabe preguntarse quién son esos dos que juntandose con otros misteriosos dos conforman los supuestos cuatro. De ahí que las mayores mentes de la historia hayan sido personajes capaces de abarcar ambos extremos, capaces de construír una teoría sólida partiendo de una simple e incluso a veces pueril pregunta formulada a uno mismo.

Puede que hasta aquí nadie haya caído, o puede que sí, pero voy a señalar la auténtica razón de esta cita: ¿no es curioso que, habiendo más disciplinas de estudio, Savater haya escogido precisamente la ciencia? El hecho no es casual; hay en el fondo del ser algo que une y hermana a todos aquellos "de letras", y es precisamente el saberse que están fuera de la ciencia, que su estudio y su conocimiento no es ciencia. ¿Y qué pasa con esto? Que esto supone estar fuera de aquello que la sociedad acepta como útil, supone no ser el investigador que descubre la penicilina, el inventor que trae al mundo la máquina de vapor, el científico que construye cohetes que llegan a otros planetas... La sociedad siempre estará detrás, mirando por encima del hombro y señalando con el dedo acusador y rencoroso, diciendo: "No eres útil, no eres práctico, te llamas inteligente sólo para creerte mejor que el resto, pero en realidad no aportas nada a los demás".

Eso es lo que tienen en común los "de letras": estudiar, trabajar, hacer logros en sus respectivos campos, para que esos logros no sean nunca comparables a los que haría alguien "de ciencias". Un hombre de ciencia puede trabajar toda su vida sin lograr descubrir nada nuevo, y sin embargo es muy posible (o al menos, es fácil imaginar) que goce de mayor aceptacion por parte de la sociedad que, por ejemplo, un literato que inventa un nuevo género, o un filósofo que encuentra una nueva forma de pensar.

Nada de esto tendría importancia... si no fuera cierto que el ser humano necesita la aprobación de sus semejantes. Es sorprendente a lo que han llegado algunos por conseguirla. Si quien lee estas líneas se para un momento a pensarlo, en seguida le vendrán a la cabeza algunos ejemplos que él mismo conoce. Es posible que incluso se sonroje ante la certeza de haber hecho él mismo algo (que no tiene porqué ser algo bajo o ruín, sino simplemente impropio de él) por el beneplácito de la sociedad, por la aprobación de los más cercanos, o llamémoslo simplemente el "qué dirán".

También hay que señalar, y acusar, al sistema de enseñanza (everybody says: ooooooh!!). Existe un método científico, curiosamente desarrollado por filósofos, que aunque se enseña de pasada, es el ABC de la ciencia. En cambio no hay un método letrístico. ¿Qué se enseña en las disciplinas de letras? Poco, muy poco. Esencialmente datos, una letanía de "el impresionismo consiste... en tal año... dice el mito de la caverna...". En ningún momento se enseña a pensar, a discurrir, a desmenuzar baldosas, a plantearse cada cosa que suponemos ya sabida.

He acusado al sistema de enseñanza, pero lo hago sin acritud. Supongo en ello más mala fortuna y mala preparación que mala voluntad. No creo que los profesores nieguen deliberadamente a sus alumnos la capacidad de pensar "en letras". El problema está precisamente en la dificultad de su trabajo, en la desidia por la cultura de los jóvenes, en la presión social que también ellos soportan, en ese algo en el fondo de su ser que los hermana, a través de la historia, con los hombres sabios que nunca han estudiado el modo de dividir el átomo o de viajar a las estrellas.